jueves, 14 de octubre de 2010

San Francisco El Grande


San FranciscoSan Francisco el Grande es uno de los más concurridos hoy día. La iglesia, con sus tallas y bocetos barrocos, es una de las capillas antigüeñas más opulentas en arte colonial y costumbres.
Al arribar los franciscanos a la Capitanía General de Guatemala, en 1530, y siendo una de las iniciales órdenes en instituirse en la comarca, las autoridades civiles les fijaron 120 aldeas a los franciscanos. Contando ya con un santuario en la aldea de Santa Ana, de en el cual conectaron el agua para la capital, fueron los primeros en trasladarse al Valle de Panchoy, en 1541, a la construcción de una iglesia en donde actualmente se encuentra ubicada la Escuela de Cristo. Esta capilla se dañó gravemente en 1565, por lo que congregaron ofrendas mientras los consecuentes diez años, para poder erigir su nuevo santuario a dos cuadras, en 1579. Los pedazos de esta obra, quizá los únicos que atañen al siglo XVI en la capital, se aprecian a un lado del santuario presente, como surcos de la edificación más vieja de la capital.
San FranciscoSan Francisco el Grande alcanzo a ser un foco creyente y cultural para toda la comarca. En el Colegio de San Buenaventura, ubicado en lo que actualmente concierne a las ruinas del monasterio, se dieron materias de teología, leyes, filosofía, física y matemáticas. El colegio favorecía a grandes imagineros y pintores de la época colonial, Cristóbal de Villalpando, Thomas de Merbo y Abonzo de la Paz.
La edificación de la capilla y claustro de San Francisco el Grande se extendió a lo largo del siglo XVII. La terraza de madera de la capilla, erigido en 1674, fue tan bellamente esculpido que se dice que no conversa otro semejante en Guatemala. El claustro contaba con una perfecta ermita, biblioteca, aposentos de música y arte y una imprenta. Muchos estudiosos y artistas vagaban por los miradores del claustro franciscano. El imponente dispensario, de tres pisos, fue desarrollado en 1684 solo para tolerar los menoscabos producidos por los sismos de 1691. La restauración se inició de inmediato y se adornó con divinas pinturas, estatuas y retablos de la época. Aún continuaba la obra, que comprendía una ramificación de más de cuatro manzanas, posteriormente de su comienzo en 1702.

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